Descripción
A pesar de su larga tradición en la alimentación oriental, el cardamomo llegó a Occidente en el siglo XII y enseguida se convirtió en una rareza muy preciada que, aparte de usos muy concretos (alguna repostería escandinava o el café egipcio), sólo recientemente hemos empezado a usar de forma generalizada. En nuestras cocinas suele encontrarse en vaina y de colores blancuzcos o pardo oscuro, en función del tratamiento, verde (la forma más fresca y cara) o en semillas en polvo.
Y, cómo no, el cardamomo lleva dos siglos acompañando la destilación de las nebrinas que tanto nos gustan. Infusionadas, las vainas y semillas han sido utilizadas en multitud de ginebras de todos conocidas: Seagram’s, 1085, Botanic, G’Vine… Y algunas tónicas han recurrido recientemente a su aroma polifacético. Otorga un punto de contraste a la sequedad del enebro que compensa a los que no buscan tanta amargura.
Por otra parte, el cardamomo se ha convertido en uno de los aromatizantes estrella de un gin tonic, seguramente debido a que puede apreciarse su fuerte fragancia con facilidad. Por eso mismo, con frecuencia se recurre a ella con demasiada libaralidad; muchas veces, eso solamente sirve para enmascarar otros sabores o añadir a un gintonic notas que no necesitan.
El tono del cardamomo (que es verdad que puede complementar todo, desde las ginebras más amargas a las más cítricas o especiadas) me parece un buen refuerzo para ginebras que ya lo utilizan en su proceso de destilación, y no tan indicado para otras ginebras donde haya aromas sutiles, como pétalo de rosa, por ejemplo. Pero qué placer es arriesgar hasta dar con la combinación personalmente perfecta…
Valoraciones
No hay valoraciones aún.